En Un estudio de paisaje se abordan, desde los problemas y las especificidades de la representación, una gama de preguntas sobre el entorno y nuestra relación con la cuestión ecológica y con el mundo material.

Esta propuesta de instalación inmersiva, en la que todo se estará transformando constantemente, surge a partir de dos observaciones resultantes del aislamiento por el que atravesamos debido a la pandemia del COVID-19. Durante este tiempo de momentos altamente retadores por causa de los confinamientos, la mayoría de las medidas implementadas intentaron cuidar a los humanos fomentando comportamientos individualistas y alejándonos los unos de los otros para prevenir el contagio. Por otro lado, el primer año de la pandemia despertó en muchos una conciencia ecológica renovada al ver, por ejemplo, cómo la desaceleración de la vida cotidiana le daba cabida a animales no humanos que volvían a ocupar espacios urbanos, donde por mucho tiempo habían estado ausentes, y cómo esta misma desaceleración bajaba los índices de polución ligados a la producción industrial.

Un estudio de paisaje brinda un espacio de reflexión sobre las formas en las que la producción artística puede informar y promover la restauración de los vínculos sociales que se desdibujaron durante la emergencia sanitaria, así como sobre los efectos de los hábitos de vida y producción humanos para el medio ambiente.